09 febrero 2012

UNIVERSO MENINAS (I). El escritor: María Paz Ruiz Gil

Imagen: Michel Bricteux
Con María Paz Ruiz Gil (Bogotá, 1978) Meninas Cartoneras se estrenó en el apasionante mundo del microrrelato. Nos sedujo su relato descarnado y brillante en Diario de una cronopia, el blog que publica en el diario El País. 100% pasión por la síntesis.

¿Por qué la escritura en corto? En tus relatos, el príncipe no alcanza a bailar con la princesa cuando ya están comiendo perdices...
Escribo en pocas líneas porque me interesa jugar con el lector. Mi intención es dispararle su imaginación mediante la elipsis, así también se entretiene construyendo la historia. Y con respecto a la princesa, puedo decir que claro que baila con el príncipe, bailaron por horas, descalzos, y cantaron por el balcón, pero lo que pasa es que nadie los vio; sólo yo, pero no quiero contar lo que hicieron.


¿Por qué te sientes cómoda en las aguas del microrrelato? ¿Qué es lo que te atrae?
Las aguas del microrrelato son como las del Mar de Bering, que dicen que es el más peligroso del planeta. Aquí hay peces gordos que llevan navegando décadas y jovencísimos cangrejos reales. El microrrelato es impredecible, y por lo mismo me permite ser más absurda y rebelde; y me deja hablar de una debilidad o pasión humana cada vez que empiezo a escribir uno.

¿Te sientes influida por algún microrrelatista? ¿Quién?
Cargo mis influencias dentro, me gusta que mis lectores las identifiquen solos y las descubran por  contagio.

Dios terminó de tomarse su vaso de leche y tiró los dados. Sacó un insignificante tres y un dos. Peinándose la barba y mordiendo un melocotón, el diablo se mandó a la carga para hacerse con América. Atacó con una tropa que enfilaba siete cañones y ganó el último territorio en el que podía pelear Dios. Un solo soldado rojo no pudo defenderse de esos dados endiablados. Todo el tablero de Risk quedó sembrado de matones verdes, y entonces Dios se puso a patalear. Su madre oyó el portazo que dio al entrar en su cuarto, apretó sus ojos, y lamentó que su niño no tuviera otro amiguito para jugar a ese juego que le habían traído los Reyes Magos. 
[El Risk de Dios, Micronopia. 2011] 


Micronopia se editó con formato de acordeón
¿Por qué te sentiste cómoda en Micronopia con Meninas Cartoneras? ¿Qué te impulsó a publicar con nosotras?
Micronopia es un libro novedoso por su formato desplegable, sus ilustraciones, y por la versatilidad de sus textos. Contiene ocho micros que a mí me gustan mucho, distintos entre sí, y entre sus páginas se funden textos antiguos con relatos que escribí horas antes de que fuera publicado. Meninas Cartoneras fue la editorial más valiente para mí. Se lanzó a la piscina con un género nuevo, con un formato de acordeón complicado de armar y de pegar, pero en el que todo su equipo trabajó hasta el insomnio. Yo intuía que las Meninas hacían sus libros bien y no me equivoqué cuando las vi cantando mientras cosían o pintaban con acuarelas sus portadas, con un respeto inusual por cada libro; y quería sacar mis microrrelatos así. Llámenme fetichista.

Sabemos que después de Micronopia, tienes otra publicación que verá la luz pronto... cuéntanos, si se puede.
Me estreno en una arena en la que vengo entrenándome desde hace siete años. Ediciones B lanzará mi primera novela, Memorias de Soledad, en la feria del libro de Bogotá de 2012. Así que ahora tendré que pensar si definirme primero como novelista o microrrelatista. También se publica el X Premio Internacional de Relato Corto Encarna León, un libro en edición no venal que incluye los mejores relatos elegidos por el jurado; y en el que mi texto La hija del Caribe resultó ganador. Y ya como adelanto, puedo contar que empiezo a escribir las piezas de un nuevo libro de microrrelatos cosidos y pegados a mano, editado con todas las ganas de Meninas Cartoneras.


En este video puedes ver cómo fue la presentación de Micronopia en abril de 2011

¿Lo bueno si es breve, dos veces bueno?
Estoy de acuerdo con Gracián. La brevedad en literatura es una virtud, pero no debe confundirse con vagancia o mediocridad. Escribo brevedades para poder escribir más: más sobre los personajes que me necesitan, más líneas para mis metáforas imprudentes, más piezas recortadas sobre las confesiones que me asaltan a medianoche.

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