“Arte
Nazi es un intento por entender qué pasa
con el arte en una sociedad totalitaria”
El escritor peruano Santiago Roncagliolo (Lima, 1975)
publica con Meninas Cartoneras Arte Nazi, el primer “Cartoensayo” con el que
inauguramos esta colección. Conversamos con él de totalitarismos, represión,
sociedades en dictadura y de cómo aún en los contextos más adversos, surgen
manifestaciones artísticas.
Meninas Cartoneras: Arte
Nazi….El título echa para atrás a muchos… ¿Qué dirías a favor del título de
este ensayo si estuvieras “sentado en el banquillo”? ¿Qué le dirías a un lector
prejuicioso?
Santiago Roncagliolo: Que no lo lea. Si no tienes
apertura mental y curiosidad, si crees que sabes lo que un texto dice sólo por
el título, no vale la pena que leas nada. Pero si lo lees de todos modos,
descubrirás que no es una apología. Al contrario. Es un intento por entender
qué pasa con el arte en una sociedad totalitaria: cómo son las expresiones de
la sensibilidad individual bajo un régimen que niega la importancia del
individuo.
MC:¿Fue
ese “dejarse seducir aunque sepas que es el villano” lo que te empujó a
escribirlo? Hablas de tu atracción de pequeño a algunas figuras del nazismo..¿O
definitivamente, lo que te empujó fue dejar en evidencia lo “faltos de
manifestaciones artísticas de calidad” que estuvieron en el régimen?
SR: El nazismo era sobre todo una
estética. Como ideología era bastante pasional, más un conjunto de prejuicios y
actitudes que un sistema intelectual muy sólido. Por eso, daba una gran
importancia a las formas. Lo que me interesa es cómo los creadores pueden
ponerse al servicio del poder. Algunos artistas, como Leni Riefenstahl o Albert
Speer, encontraron en el régimen todos los medios para hacer obras monumentales,
y su ambición creativa les llevó a perder la perspectiva política. Esas
historias me fascinan, y no sólo si son nazis. En mi último libro, El
amante uruguayo estudié también las relaciones entre arte y comunismo.
Estas son algunos de los ejemplares de Arte Nazi que ya están en distribución. |
MC:
Nos gustan tus comparaciones en Arte Nazi cuando hablas de las
reacciones populares de los grupos extremos y la ciega defensa que hacen de sus
“líderes”… Hablas del Perú de los noventa, con un aplaudido Fujimori paseándose
satisfecho entre los cadáveres de los emerretistas que habían secuestrado la
embajada del Japón o de las ultraderechas chilena o argentina que aún
consideran que los asesinatos masivos de sus dictaduras militares eran
“necesarios, valerosos y responsables”. Dices que “el miedo hace que los
humanos estemos perfectamente dispuestos a aplaudir la crueldad”.
Arriesgado, pero cierto….
SR: He conocido a todo tipo de
extremistas, de izquierda y de derecha, y siempre he tratado de conversar con
ellos. Incluso les dediqué un libro, La cuarta espada. Los
radicales políticos no son psicópatas con cuchillos en los dientes. Tienen
razones para hacer las cosas que hacen. Y si queremos luchar contra ellos, no
basta con insultarlos. Es necesario saber cómo piensan. Hay que
entenderlos y destruir sus razones. Claro que la demagogia es mucho más fácil.
Mira a Europa: la izquierda vocifera todo el tiempo contra la extrema derecha.
Pero sorpresa: son sus votantes, la clase obrera y los jóvenes, los que
desertan para votar a Marine Le Pen o Geert Wilders. Los políticos de izquierda
han creído que las cosas dejan de existir si las insultas, un error que puede
hacerle mucho daño a Europa.
MC:
“El movimiento nazi, como demuestra su errática ideología, reemplazó los
argumentos con odio, las ideas con uniformes, el debate con prejuicios”. No
queda “títere con cabeza” en tu repaso por las mediocres manifestaciones
“culturales” del nazismo. Bueno sí, se salvan –un poquito- Wagner y te explayas
en la directora de cine Leni Riefenstahl y en el arquitecto Albert
Speer… ¿Por qué decidiste incluirlas como arte en tu ensayo? ¿Cuál
es el aporte extra de sus obras que las diferencia de un panfleto?
SR: De hecho, lo raro es que se llame arte todo lo demás. Wagner, Riefenstahl y Speer sí tenían talento, y eran capaces de crear obras que siguen resultando espectaculares décadas después. El régimen supo utilizarlos, comprarlos o, en el caso de Speer, hasta nombrarlos ministros. No es de extrañar que un mediocre sirva al poder ciegamente. Lo inquietante es que lo haga también gente sensible y creativa.
La Tribuna del Campo Zeppelín de Núremberg fue una de las más grandes obras de Albert Speer. |
MC: En la frase anterior podemos tachar “El movimiento nazi” y poner “dictaduras latinoamericanas” y el resultado sería el mismo… ¿Se siguen viviendo en Latinoamérica las repercusiones de los respectivos “apagones culturales” que impusieron los dictadores de turno en cada país en esos oscuros años?
SR: Al menos en el Perú, los
dictadores siempre han sido demasiado ignorantes como para ocuparse demasiado
del arte. Y en Argentina o Chile, más bien, la censura estimuló a los artistas
a denunciar las cosas de modo indirecto (pienso sobre todo en algunas geniales
canciones de Charly García o Los Prisioneros). No. Afortunadamente para
nosotros, ambas situaciones son muy diferentes.
MC: ¿Qué
significa para ti publicar con Meninas Cartoneras?
SR: Las cartoneras son editoriales de
lo más internacionales. Este ensayo ha aparecido ya en otros países, y siempre
como parte de un proyecto social del que me siento orgulloso de formar parte.
Gracias a las editoriales cartoneras, el arte nazi ha servido al menos para algo.
Arte Nazi lo puedes encontrar en las siguientes librerías:
Librería La FugitivaCalle Santa Isabel, 7. Madrid. Metro Antón Martín - ¿Cómo llegar?Café MolarArrebato LibrosLibrería Art PapelSan José 16. Santander - ¿Cómo llegar?
O contactando con nosotras en info@meninascartoneras.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario